Tendido, fláccido, fofo,
Como si fuese un muñeco.
Inservible y desgreñado,
Sin voluntad, ni deseos.
Con los ojos entornados
Como quien vuelve de un sueño.
Paralizada la boca,
Entumecidos los gestos,
Indiferente la carne,
Impávido el pensamiento
Y abandonados los brazos
Con dejadez sobre el pecho.
¡Tanta desidia envilece!
¡Tanta apatía y sosiego!
¡Tanta malsana quietud!
Que al hombre va empobreciendo.
Porque si deja de amar,
Puede morirse por dentro,
O si perdiera su alma,
Se iría ganando el infierno,
Y si empezara a caer
Ya no podrán detenerlo,
Ni los milagros de Dios…
¡¡Y él no parece saberlo!!
Lara Ribero