Como rayo de luz llegaste un día a mi vida, abriste todo aquel oscuro fondo y me entregaste la luz que mi alma carecía.
Me brindaste un cómodo espacio donde tú y yo, juntos, podríamos habitar. Hasta que el día de lluvia llegó...
Te asustó la verdad de mi ser que no pude hacer más que escapar tan solo para evitar una despedida más.
Desearía haber podido enseñarte un poco más, que me amaras, a pesar de mi tempestad.
Y desde que dejé que te marcharas, te convertirse en una herida, en una de esas, que con tan solo recordarte, vuelve a sangrar.
De esas, que no se olvidan jamás.
- Mel