Adrian VeMo

Dar un grito al cielo amor

Dar un grito al cielo, amor, dar un grito.

 

¿qué hace mi voz lacerando las nubes septembrinas

qué hace tu imperio disimulado de adioses hundiendo mis alas en la lluvia oscura

qué hacemos nosotros con los ojos vacíos con las manos llenas de nada

qué hacen los piratas oníricos levantando las olas y mostrándonos su castillo herrumbroso?

 

Levantarás las uñas el día que me haya ahogado en tu cadáver de amante

porque serás mujer, patria nueva, en boca anónima de mil rostros

y un rayo traerá de nuevo los cisnes extraviados en tu vientre

y un beso volverá a quemararte la memoria.

 

A veces quiero que despierten los soles que apagamos

las lunas que jamás encendimos

las que rondan en mi pupila sangrienta

como un verme enterrado en el azúcar de mi fuego clandestino.

 

Golpearás el llanto más virgen de los volcanes

porque tu voz no cree más en el magma azul de mi saliva fluvial.

Yo no sé cuanta sangre corre por la tierra

cuando el ocaso de los ocasos decide clavar su daga de oro maloliente.

Mi oído desde hoy no será muelle de tu voz.

 

Reventar un grito en el cielo, amor, reventar un grito.

 

Ahora se quiebran las más cristalidas selvas del cielo

y derrumba su origen de fruta celeste

hoy los astros vierten su zumo escaso en los océanos que no veremos crecer

hoy un remolino de pañuelos húmedos nos aleja.

 

Amor, ahora habito en el abisal de tu pecho

buceando en tus aguas desteñidas de luz, allí, tu sangre es la corriente

que me empuja al límite del olvido

donde no brillan ya los peces.

 

Estoy tirando de la lengua, rompiendo calles,

aislando las puertas de sus casas,

conversando con mi rostro reflejado en la tierra

sentado en tu esquina de verano muerto, donde no se podrá erguir más

nuestra estatua ajena al mundo.

 

 

 

septiembre 2008