Distraído mi sentir, disociada la mente en lo mundano,
me sumerjo en mi ser contemplativo y en la densidad del ocio.
Es el tiempo de tocar lo que es símil a lo eterno
y aunque parezca nimiedad extrema vale acercarse
a lo profundo de la tierra y sentir sus latidos en la sangre.
Y dejo que mi retina en libertad advierta el verdor
enaltecido de las copas y el policromo del color superlativo
que en mi entorno está como olvidado.
Y me rindo y me entrego a los sonidos que el ambiente
derrocha en armonía, desde el susurro de ocultos hontanares
hasta aquellos aleteos más lejanos.
Y me dejo vencer por el cansancio y yazco tendido,
como yacen los alcores en el legítimo derecho a su descanso,
y a recrearme en lo que hoy está cerca de todos mis sentidos.
¡Goza, alma mía, de este ocio como lo hicieras
en el tiempo aquel!
De mi libro “De esas letras pendientes”. 2018 ISBN 978-987-763-836-3