Te conocí de la nada,
un encuentro fortuito,
y aunque fue breve nuestra charla,
sentí en ti algo distinto.
Tal vez fue tu sonrisa,
o tal vez tu mirada,
pero algo en ti me hacía
sentirme sorprendida.
No pude evitar pensarte,
desde aquel instante fugaz,
y esperé impaciente
otra oportunidad de hablar.
Pero pronto me di cuenta,
que te habías ido sin decir adiós,
y aunque fue corto el tiempo,
sentí que te había perdido.
Ahora te pienso a menudo,
y me pregunto dónde estás,
quizás tú también te acuerdas,
de aquel breve momento especial.
Quién sabe si nos volveremos a ver,
pero mientras tanto, te guardo en mi mente,
como un recuerdo de aquel encuentro breve,
que dejó en mi corazón una huella permanente.