José Luis Barrientos León

Tardes de lluvia

 

Por las mañanas el viento trae lenguas de fuego,

en la tarde la luz se deshace,

y el viento bate espadas de lluvia y frío,

haciéndonos soñar con el río,

como velas de nuestro navío llevándonos,

a mares en calma, en la quietud de las horas,

donde te embriaga el silencio del alma,

y el tiempo que crece entre nostalgias y recuerdos.

 

Las gotas de lluvia sobre el tejado,

como canciones marinas embelesando gaviotas,

rosas que brotan en nuestro latido,

 con la precipitación de esperanza, de llanto y anhelos,

que se respiran y palpan,

como misterio insondable.

 

Abro la ventana para contemplar el misterio,

para mirar la luz escondida entre hojas,

y la brisa suave acariciando la tarde,

conmoviendo el espacio, abrigando los sueños,

acercando a mis días la lejanía de dónde vengo,

colocando en mis manos el amor y el deseo.

 

El viento sin sombras se transforma en suspiros

para esperar en silencio la noche desierta,

como si fuesen siglos las contadas horas,

en que la razón y la causa se convierte en anhelo,

de la lluvia en el cuerpo, agitando las ansias,

con sangre en mi alma,

con pasión y deseo