En el vasto manto del espacio profundo,
donde los astros danzan en su despliegue,
surge un poema en versos de plata y oriundo,
que encierra secretos y misterios sin oleaje.
Las constelaciones, joyas suspendidas en la noche,
dibujan historias sobre el telar sideral,
sus estrellas titilan, una sinfonía que derroche,
y en cada centelleo, un suspiro celestial.
El espacio, un lienzo donde la eternidad se despliega,
donde los planetas dibujan su danza cósmica,
y las galaxias, en espirales de luz, se mecen y llegan,
creando un universo majestuoso y aritmética.
Las nebulosas, nubes de colores y susurros,
pintan cuadros etéreos en la vastedad celeste,
mientras los agujeros negros, devoradores oscuros,
guardan en su seno secretos que nadie deteste.
En el silencio estrellado, un eco ancestral se oye,
cuentos del universo se susurran en susurros,
y en cada estrella fugaz, un anhelo se despliega,
guiando nuestros sueños hacia destinos futuros.
El espacio nos llama a ser exploradores audaces,
a navegar por las fronteras de la existencia,
encontrando en los astros nuestros tesoros sagaces,
y en las distancias cósmicas, la esencia de la esencia.
El poema del espacio se alza como canto inmenso,
capturando la grandeza de lo desconocido,
en cada verso cósmico, un mensaje intenso,
que nos eleva y nos sumerge en lo más sentido.
Que el poema del espacio nos guíe en un viaje eterno,
desvelando los misterios que en su seno habitan,
y en cada palabra, en cada estrella que encierno,
encontremos la trascendencia y los sueños que palpitan.
En el abrazo cósmico del espacio infinito,
donde la belleza se entrelaza con lo divino,
un poema diferente se forja en cada rito,
donde la magia y el asombro son su destino.