No puedo decir que muero porque estoy viviendo.
Pero sí, que veo el mal de cerca y estoy sufriendo.
Nunca pensé que en esta vida, estaría padeciendo.
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Y no veo ni el principio ni el final de este transcurrir.
No sé qué puede estar ahora o más tarde en mí vivir.
Pensado estuve, si uno puede saber cómo va a morir.
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He trillado por pasajes estrechos, anchos y derechos.
En la vida he andado y he dormido en muchos lechos.
Dicen que tengo enemigos, pero de ninguno sospecho.
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Ando por la vida, a pecho abierto y nunca veo muertos.
Los muertos nunca andan sueltos, me dicen los tuertos.
Y no alardeo de ello, no sea que encalle en mal puerto.
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Es posible que tropiece con verdades y con mentiras.
Tal evento, no me preocupa, ya me ocuparé de las iras.
No hay ser más alevoso que aquel que, encoge y estira.
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Si alguno en el camino me tira piedras, yo le tiro rosas.
Cada quien da lo que tiene y el que no tiene, da cosas.
Sí, es verdad que hay que recibir todo, menos la fosa.
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Yo me pierdo en los espacios que están desdibujados.
Ando por calles florecidas y anchas viendo a los lados.
No sea que me pierda o me resbale en los acantilados.
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¡Jamás te dirán de mí, que me acobardaron las verdades;
lo que sí te dirán, es que no me avengo con las ruindades!