Elthan

Ecos

 

Ecos

 

En el ocaso del nadir, el tiempo sangra

asfixiando risas del alma en sombras mortuorias.

En el reloj, cada hora extraviada nociva y trágica,

penas profundas en tinieblas sumergidas.

 

Los minutos, lúgubres mazmorras se tornan,

donde yacen sueños, añoranzas, agonía.

En el vacío despiadado, las vidas se desvanecen,

un laberinto oscuro devora la existencia.

 

El sonido conjurado, cruel y castigador,

destila melancolía en notas temblorosas.

Respirando, reteniendo esperanza con rigor,

se desintegran  días entre pausas dolorosas.

 

En los suburbios, templos desolados,

susurros acarician la piel con dedos gélidos.

Los sensibles desterrados, ausentes de festejos,

anhelan la libertad negada, trágicos destinos.

 

 

¿Cómo lograr alcanzar celestial armonía,

sin gestos ni palabras, solo el alma en pena elevada?

Las mandíbulas desafinadas, tristeza disfrazada,

consumen espontaneidad y sencillez, cruel jugada.

 

 

La belleza del ritmo emocional, ojos cerrados,

¿Es posible en un mundo consciente?

Los mantos ensangrentados, oscuros y corruptos,

y la melodía se pierde entre la nieve sangrante.

 

En el sistema demencial, arañazos en las paredes,

instrumentos rotos de una orquesta en oscura opresión.

Generan disonancias, buscando cordura en sus redes.

despoblados y perdidos, en perpetua desolación,

 

¿Qué queda del recuerdo de la melodía alegre,

que alejaba el tormento y llenaba el aire?

El salitre sello la esperanza, la baño en sangre,

todo se desmorona al son de una canción fatal  y triste.

 

 

Esperando el eco de risa y alegría marchita,

en días nublados y corazones heridos por la parca.

Cuando el silencio reina, el tiempo es eterno,

en oscuridad, el alma memento morí  interno.

 

Elthan