Cierro los ojos a solas en la oscuridad de mi alcoba,
para evocar tu sonrisa y recordar tu mirada;
mas en el fondo del pecho una lágrima se ahoga,
y en un suspiro susurra que sigo de ti enamorada.
Enamorada, sí de ti, como desde el primer día,
enloquecida por tus ojos, extasiada en tus palabras;
y esa manera tan tuya de decir que me querías,
y esa tu forma de hacerme sentir cuánto me amabas.
Mas, un día... reflexivo, dijiste no ser para mi,
dijiste no ser el hombre que necesitaba a mi lado;
que no eras bueno aunque quisieras por mi ser así,
y que seguir a tu lado sólo me causaría daño.
¡Cobarde!
¿Cómo te atreviste a renunciar a este amor?
si te ofrecí mi vida entera, mi alma...¡toda yo!
y de mi te vas llorando mientras me dices adiós,
rompiendo en mil pedazos, sin piedad, mi corazón.
No he vuelto a saber de ti, eres parte del pasado;
mas, segura estoy, que a oscuras en tu habitación
dices mi nombre entre lágrimas, me anhelas a tu lado;
y lo sé porque este amor es como una maldición,
y lo sé porque tú y yo ¡estamos encadenados!