Que cosa bonita, es saber que de vez en cuando, también te acuerdas de mí. Y aunque no me escribas tu mismo un poema, me mandes ese, que tú sabes (y yo imagino) Porqué motivo que te hizo recordarme.
Sabes, me gustaría poder contarte, y que me contaras, eso que en el poema dice, pero estamos tan lejos el uno del otro;
¡ay! de que nos serviría contarnos nuestras desesperaciones prefiero dejar que divagues y divagar yo misma. Es que además no quiero darles demasiado empoderamiento, total no podemos darnos un abrazo.
Siempre fui como las monedas, tengo cara y cruz. Y por muy pesada que sea la cruz, mi cara no deja de maravillarse de lo increíble que es el mundo, la vida. La tristeza, ya es para mí, como una compañera de viaje, una vieja amiga a la que no temo mirar de frente. Y si tengo que cantarle una saeta se la canto, y santas pascuas.
Que bonita cosa, bonita de verdad, que todavía nos pensemos y nos olvidemos de olvidarnos.