Con irrisión le dieron el nombre
El soñador,
pero su desprecio, lo ignoraba,
sus sueños más importantes eran.
*
Su esperanza era huirse lejos,
para liberarse de la miseria,
una oportunidad para respirar la paz y el amor,
su corazón en armonía.
*
Su constante mirada hacia el borde del océano,
los pies en la arena resfrescante enterrados,
un techo rústico de astas de palmera,
su refugio de un sol despiadado.
*
Observaba los barcos balanceados en el horizonte,
que jamás pararon para abordarlos,
a llevarle a sus sueños de tener hogar propio,
en un puerto de seguridad en un país sin guerra.
*
Una imagen como un reflejo trémulo
engañó sus jóvenes ojos tristes,
en suspensión la casa de sus añoranzas,
una ilusión, un espejismo o solamente un ensueño.
David Arthur ©®
La foto por cortesía de Jérome Coppo