La calle puebla de engaño,
el tránsito en mí del gentío
y el movimiento arrastra
con una cadena inverosímil,
una pastilla que adormece
y en cambio en este espacio
que abre un boquete en la página
cuelgo mi persona unos minutos
y pierdo vidas en levantarme.
Una canción espina los sentidos
y abre la canilla con los secretos
del río, zumba atemporal
la distancia volátil como pájaro,
¡no son pájaros las hojas!,
rema el aire con mi cuerpo
entregado al asombro
y libre, ¿como una marioneta?
Así liviano es el engaño,
la mueca de un vecino
que no soporta a los holgazanes
y ve plantados en la página blanca
la mirada absorta y un silencio
respetuoso y los ojos cerrados
de un vidente y el destino de un vago
y el canto en la calle
con un sobre y algunos versos secretos.
El aire es el Maelstrom,
ESTO
renovado y certero el tormento
ESTO
clarividente en las tormentas
traslúcido y liviano
probable, cálido y acogedor
con la misma mancha que ahora se esparce
vuelco y dibujo
símbolo de los caminos es la mancha
ESTO
indescifrable y cifra
apuestas en el Maelstrom
en notas que recogiste del Maelstrom
la noche está en tu concierto
el privilegio de las rocas que navegan
la lechosa sustancia de la creación
la aventura de espaciar es una invitación de la noche
y tengo el privilegio de una diosa
no de una especie que se recorta en la soberbia,
pequeña, ínfima, autorreferencial
y mínimo como los cantos de autobombo,
las autobiografías limpias y redondas,
la desvergüenza de los héroes de la primera plana,
en cambio yo estoy bendecido hoy por la noche
deshilada trama de noches
reinan el espacio con la oscuridad
la voluntad vantablack de nuestro tiempo
remueve lo posible,
agujero negro de mi tiempo,
Maelstrom de lo visible.
Las luces enceguecen a hombres de entendimiento
porque abusan de los ojos,
y cuando decidí prescindir de ellos
descubrí los sentidos sepultados,
presentí los golpes del tiempo
oleadas de sudor y desvanecimiento,
embebido de esta sustancia lechosa absorbo
el resto de hombre.