Siento el corazón desfallecer, sus latidos susurran fragilidad,
Mientras mi mente se pierde en la lluvia melancólica,
Mi alma se asoma desde la ventana del distante horizonte,
Consciente de que nunca regresaré a su morada.
Me encuentro tendido entre la realidad y el silencio absoluto,
Bajo el abrazo voraz de un vórtice nocturno,
Que devora lentamente mi ser, borrando la memoria,
Dejándome sumido en la oscuridad de lo efímero.
Mis pensamientos se diluyen en las sombras,
Mientras el eco del olvido resuena en mis adentros,
En este rincón donde naufragan las esperanzas,
Donde se ahoga el eco de los sueños ya muertos.
En la penumbra de mi ser, busco un atisbo de luz,
Un destello de significado en el abismo de la existencia,
Pero solo encuentro el eco vacío de la eternidad,
Y el susurro del tiempo que me arrastra hacia la ausencia.
Así me encuentro, entre la desdicha y la tristeza,
Un navegante perdido en el océano de la desolación,
Esperando encontrar la calma en la tempestad,
Y hallar la redención en la profundidad de la reflexión.
Permíteme habitar en la penumbra de mis versos,
Donde las palabras danzan con melancolía y verdad,
Donde encuentro refugio en la pluma y el papel,
Y encuentro consuelo en el arte de crear y explorar.
Que mis letras sean el susurro de mi alma,
La expresión de mi dolor y mi anhelo,
Que a través de ellas pueda encontrar consuelo,
Y pintar en el lienzo del tiempo mi eterno anhelo.