Calamo Azul

Gemido.

Empezó en el instante
en que nuestras pieles se tocaron,
abatidas por la desesperación
que nos retenía
en la humillante distancia
de una mirada
desesperada,
percibí el escalofrió
que recorría tu cuerpo,
como rayo helado,
por fuego evaporado,
cual si sintieses
necesidad de perderte.

Mire tus ojos
recogerse tras los parpados,
que los prendían con vigor
en un sueño de amor,
en el breve exilio
en que la dulzura
abandono tu cara,
para ser recuperada
por la alegría excitada
de la sensación desorbitada,
que puso mi beso,
pillo y travieso,
más húmedo que nunca
en la orilla tensada  de tu nuca.

Tus manos se cerraron
y a las mías apretaron,
vi tus labio ofrecerse
a la entrada inmaculada
del aire que necesitabas
y en el centro de tu ser
surgió todo el poder,
arrancando en el crepúsculo
un grito mayúsculo,
de sonido indefinido
que exhalaste, en gemido.

 

Imagen: Valden Stein.