Cuando éramos un niño
entendíamos el silencio celeste.
Éramos educados por el arrullo
y la armonía de la Naturaleza,
y aprendimos a querer entre
los juegos...
Jugábamos libres de conciencia
y sin miedo
con los nidos de la arboleda
Sustraído en el sueño de la infancia
las memorias sorprenden,
recuerdo ahora
la infancia deslizándose
como fruta reciente
Las fieles golondrinas
zigzagueantes girando
hasta el establo,
donde un gato
posa ajeno al tiempo
El sol del verano penetrando
hasta la siesta.
El gorjeo de los pájaros,
Sus nombres.
Los escarabajos de luz
con su silencio encendido
sobre los atardeceres largos.
Y la pared
vieja en cuya estructura abría
a la tarde su flor roja y amarilla la trepadora.
Y el olor de la hierba.
Coexistió todo, el cariño y la infancia
como pan en abundancia
Ha sido tan verdad todo que ya es bastante...
Más allá, la tarde cae bajo el horizonte,
Los trigales,
y mi Universo se acababa
Ore
Acuarela. Autor Ore