¡Es difícil no escribir desde el dolor!
Es como si las letras arrastraran algo de ese sufrimiento
que desborda, humea y se hace violento
vivirlo
y lo llevaran a uno a llenar un modestísimo
diario, resumen de nuestras fatalidades.
Es difícil entender el porqué de la miseria,
del sinsentido, del bullicio animal
que nos hace transparente
y sin propósito
y salir huyendo por entre nuestros propios huesos
hasta tropezar
con los perros hambrientos de la oscuridad.
Es difícil salir de la tristeza seca, árida, sin lágrimas,
de esa nube enfermiza
que enciende una vela sorda, sacerdotal,
de carne colgando de un palo;
Sí, es duro salir de ese estado en que uno siente
no puede estar peor,
que nos golpea, nos hace gritar de odio
y blasfemar
como si uno supiera que no hay ningún dios
que nos oyera.
¡Pero, es más difícil escribir desde la calma,
desde el tedio,
cuando no se siente nada…!