Mi corazón abierto lo he tomado
como fruta madura
y he derramado
el jugo en el suelo.
Lo derramé en el cielo prendido
blanca la noche
nos saciamos de su contenido
flora y fauna
lo limpiamos con el aire
y lo secamos con el alba.
Puse cordeles en la playa,
y tendí todas las muertes que colaboraban,
les puse monedas en los ojos
a los innatos de este mundo.
Inmundos de la tierra los he llamado
con sus valijas llenas o vacías
con todos sus cubiertos.
Vengan con la noche bien vestida
y cierren la puerta.
¡Bienvenida!