José Luis Barrientos León

 Desde las pupilas húmedas 

 

De las pupilas húmedas,

asoman dos lágrimas,

una por las rosas que desnudan su corazón,

otra por la piel que agoniza con el tiempo,

recorren la senda de las mejillas,

con el mutismo y la belleza,

de la lluvia que moja los sauces,

o la estrella que da vida a la noche.

 

Deliro, con la suavidad entreabierta,

que permanece en la piel,

por la esencia derramada,

densa y precisa de ojos como lunas,

que disipan soledades,

derritiendo el frío fugaz,

que deja el agua en los pómulos.

 

La rosa que desnuda su corazón y su pecho,

para ceder ante la mano tibia,

que cobija su aliento,

su agonía que se convierte en grito violento,

como arrebato de pasión y deseo.

 

La piel que se marchita y envejece,

envuelta en corolas de sabidurías y recuerdos,

compartiendo aluviones de abisales nocturnos,

y vientres ingenuos que se desnudan en sueños,

 

De las pupilas húmedas asoman anhelos,

como gotas de lluvia besando los campos,

desnudando las rosas,

reavivando los años.