Lourdes Aguilar

CONJUNCIÓN

 La mujer que baila en las fiestas es morena y de bellos ojos negros, su cabellera también oscura oscila en una trenza adornada con vistosas flores, su sonrisa contagia, sus caderas y sus pies arrastran con cada nota que vibra como el corazón de la tierra bajo sus huaraches de cuero, envuelta en su rebozo sonríe sacude la falda, en coqueto ademán hacia el hombre que prendado de ella la sigue, muy cerca, pero sin rozarla siquiera, convenciendo, esperando…

 La mujer que danza en los teatro es pálida y de expresivos ojos verdes, su cabellera dorada está bien sujeta, su rostro denota la concentración en cada músculo que se desliza en el aire, su sonrisa y es tenue, la melodía que la guía como a una estrella lleva a su auditorio a deambular por el firmamento, su compañero gallardo con delicadeza la toma, la levanta en vilo cual si fuera trofeo, la mira embebido, es ella su cielo y por ella bajaría al averno.

 Sus trajes son hermosos, la morena lleva la fauna y la flora de su región, el color y las faenas de la vida campirana, de la alegría del trabajo, de anécdotas y mitos.

 La de la rubia es delicado, la pedrería refulge, las mallas sugieren, es una pluma, es un lucero desprendido del tiempo sin fin.

Ambas hechizan, ambas transportan, ambas derrochan hermosura y gracia, son gemas preciosas de la tierra, del aire, del fuego, del agua, el latido de la tierra replica y ríe en cada pisada morena, en cada cascabel sacudido, las constelaciones se mueven en la pedrería y los tules de la rubia, arte sin más, arte espontáneo el uno, arte refinado el otro, la tierra y el cielo se unen en diferente escenario: el tablado al aire libre en un pueblo, en una ciudad cualquiera al son de la banda entre la gente corriente, la gente de rebozos y sombrero de palma, la gente descalza apegada a su suelo que celebra con alegría en medio del miedo su fortaleza, sus raíces que permiten amar lo que son, el folklore que cuenta de dónde proviene, es el latido de un pueblo que ama, que sufre y sobre todo recuerda.

 En el ornamentado teatro, en su piso de mármol, en sus pesadas cortinas, repleto de palcos, la orquesta elegante marcando la pauta ¿y qué historias nos cuentan? Oh maravilla, tan solo sigue las notas, observa las formas, la expresión en los rostros imagina el mudo y los sentimientos más allá de lo evidente, la comedia y los dramas, el amor y las guerras, el movimiento perpetuo como alas de ángel, los círculos dantescos flotando entre llamas, las melodías que inundan acariciando el oído, los terciopelos y encajes, las cortes fastuosas, los trajes de gala, la danza que no acaba.

Hay fiesta en el pueblo, hay fiesta en la plaza, aprendan niños cómo se baila jarana, observen chicos la polka norteña y el alegre huapango, las danzas prehispánicas y después, después vayan al teatro y permanezcan atentos, hay historias que discurren sutiles como el movimiento de astros.