Tengo la noche grabada en mis párpados
en mis pupilas la cortina gris.
El aire allá fuera casi tan helado
como un beso en la mejilla.
He estado extraviado
estos días cualquier banca desolada
de cualquier parque abandonado
es un jardín para mi desdén.
Cual martirio oculto a la sombra de la razón.
Recuerdo la última vez que me sentí tan desubicado
estaba en la iglesia pidiéndole a alguien algo que no me interesaba.
Fue fácil entonces volver a regodearme en la impureza.
Hay belleza en el alma cuando la nobleza se pavonea en la decadencia.
Nunca debí pensar en dejar de escribir
lo único que me mantiene vivo es la soledad para dar paso a la escritura y la he abandonado.
Estoy desencadenado al último verso de Alejandra Pizarnik.