Y como llueve sobre la tarde que termina,
sobre los fríos de mis fríos lejos de aquel sentimiento,
en la opaca contraluz de la distancia y el tiempo.
Con el vaho de la ventana...
que se interpone adrede entre yo y la niebla...
y no me deja ver el corazón de otras alas solitarias,
en aquellos árboles, de todos los bosques y de todos los parques,
donde peinan los vientos las luces
congregando en su pecado original a manzanas y serpientes,
que me tientan pero yo paso,
como las nubes venturosas del cielo
que se marchan siempre vestidas en su vuelo grisáceo,
hoy ni tu sombra ni la mía
se vislumbran ya en la foto diluviana de la escena rota
que la empapó aquel beso que fue a destiempo.