Humanos, de armas tomar, con preguntas necias y oscuras, sin respuestas claras y algo turbias, pequeños mortales insignificantes sin paz, pues su tranquilidad recae en ellos, y en su único momento de dicha, en su sol al despertar, sólo se aferran al inquebrantable y oscuro deseo de algo que lentamente los carcome, deteriorando lentamente su presente y su futuro.
Humanos, pequeños tontos de carne y hueso, y algo que para ellos es quizás la importancia de su existir, algo que lo llaman amor, un absurdo sentimiento de debilidad que para ellos, con una pizca, los hace inmortales, lo curioso esta en que si absorben mucho de ese crucial enigma, los vuelve eternos, los lleva a un plano donde muy pocos han estado.
Pequeños humanos, tan frágiles y a la vez tan diferentes, jamás debieron existir pero fueron quizás la creación perfecta, aunque en ellos hayan tantas imperfecciones, fueron tan mágicos y tan curiosamente una interrogante, no hay un patrón en ellos, y aunque se parezcan tanto, cada cual tiene un movimiento distinto.
Tontos, parece mentira que hasta un argumento los ahogue, y una encrucijada por ellos mismo les juegue un mala pasada. Humanos, pudientes a la vida sin saber estar en ella, tanto, que pierden todo tan rápido, hasta la misma, pero que curiosamente de golpe en golpe aprenden y enseñan un tanto de sus vidas en hojas pasadas.
Henry Ruiz
04 DE JUNIO 2023
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