Jamás leí algo tan hermoso como la figura de tu cuerpo;
donde puedo recorrer
la delicadeza de
los bordes de tus letras.
Imaginarme como el personaje que te va descubriendo poco a poco, entre la emoción
y las fronteras de nuestros mundos.
Te leo con delicadeza,
el pasar mis dedos me provoca ser parte de tu belleza a cada renglón
y la metáfora de la locura inconclusa de hacer mío,
tu misterio.
Lírica de versos inconclusos,
descubrirme en el desorden de imaginarme siendo
la tinta que te impregna.
Con cuidado, subrayó el clímax, en cada secuencia de los sentidos de tu cuerpo que es mi libro, hasta que formas parte de mi esencia.
Te descubro tímida
en el pie de página,
incrustada en la más perfecta de las entregas,
en cada capítulo
que me hace sentirte mío...
Ahí, en el centro neurálgico donde se encuentran lector y libro, donde solos nos tenemos a nosotros mismos, al desnudo.
Ahí, donde el amor por leerte,
donde sé que te vas perdiendo dentro de mí.
Mi mejor historia donde ya te pertenezco hasta el fin.