(ella)
Abrázame otra vez,
abrázame en las playas del Oriente,
cual si en la lobreguez
unimos nuestra mente,
el cuerpo, el alma; haciendo un mismo ente.
(él)
Tomar tu desnudez
tomarte por los bosques de Occidente,
con ansia y avidez,
tal que un lobo impaciente;
un acto de pasión tan recurrente.
(ella)
Protégeme, sé fiel
protégeme en los piélagos sureños.
Mi abeja, yo tu miel.
De mí seremos dueños
viviendo siempre alegres y risueños.
(él)
Tenerte cual clavel,
tener la flor de vértices norteños.
Seré como el broquel
que guarde dulces sueños,
defensa de tus templos marfileños.
Iraultza Askerria
http://iraultzaaskerria.wordpress.com/