La tarde es un poema que se escribe con la tinta de la lluvia. La golondrina encamina la mirada a los cielos y agradece por el bolero que esparcen las nubes. Todos aquí saben que el sábado es una guitarra; terciopelo para la incesante semana, y una tregua para la vorágine que circunda al mundo. Hoy huele a tierra mojada; mientras se escucha el repique de las campanas de la Parroquia de Nuestra Señora del Refugio, hoy también llegan los recuerdos, desde la Arteaga a la Gómez, desde el Laurel a la Luis Moya.