En él su mirada caía
yo vi como lo miraba
una serpiente se arrastraba
una culpa se erigía.
Sus mejillas le delataban
en sus ojos se perdía
no hay pecado en la picardía
que se teje sonrosada.
Su belleza se sentía
sus manos se tocaban
a millas coartadas
por la infantil abadía.
Mas de uno lo notaba
casi nadie se resentía
el postre que se comían
se les salía por la mirada.
Yo vi como la miraba
yo y cientos que atendían
en Pasajes la cofradía
aquél segundo celebraban.
Blas Roa