Al mirarme más por dentro que por fuera
terrible confusión me embarga,
al leer en Su Palabra
que aún así Jesús me ama.
Es difícil entenderlo
aún lo intento vez tras vez,
porque al mirar en mi interior
encuentro un corazón forrado
de amarguras y de traumas.
Y si penetro más allá de su cubierta
navegando entre aurículas
y bogando entre ventrículos,
enquistados como rémoras malevas
un sin fin de pecaduchos
de mi se enseñorean.
Y es por eso que no entiendo
que siendo lo que soy
y teniendo lo que tengo:
un corazón enfermo de pecados
aunque por fuera no parezca serlo,
un Jesús quiso amarme y aceptarme
pretendiendo de esta "nada" hacer un "algo"
que trascienda y se eleve
al anchuroso cielo.
R. Gruger / 7-4-92