Pilar Luna

EL DESENCANTO

Arreglo la montaña

para que no queden costuras

en los lirios nazarenos.

El desencanto, desatado

se descarrió ínclito

por la rambla creciente

encadenando palabras

surrealistas y suicidas.

 

El desafío vacuo

continúa en la memoria,

el libre albedrío

se equivocó de víctima,

los alfileres son fuertes,

intenté enhebrarlo

con una aguja oxidada

para sujetar el derrumbe

de la denuncia social.

 

La decepción entumece

los huesos fragmentados

con las manos escocidas

y los lodos desahuciados

por el alcohol.