Para cuando amanezca
y los pájaros canten
te veré en la ventana
que está frente a la calle
donde juntos jugamos
y mis labios besaste.
Y veré tus cabellos
tan hermosos como antes
y el color de tus ojos
con sus finos detalles
adornando tu rostro
como un bello paisaje.
Cuando el sol aparezca
brillará todo el valle
donde a veces corrimos
y mis manos tomaste
frente al árbol de cedro
donde juraste amarme.
Pero ahora: ¿Qué creo?
¡Qué llegó ya la tarde!
Que el ocaso ha llegado
con marcados detalles
y a la luz de ese día
yo volví a recordarte.
Y el recuerdo es ingrato
porque nada es como antes.
Te demuele hasta el alma
como furia salvaje
y por eso ha llegado
la hora de resignarse.
Dejaré ya el pasado
y no digan: ¡Cobarde!
Que mis pasos son firmes…
¡Pues volví a enamorarme
de una flor tan hermosa
que nació en manantiales!