Si no fuiste noche
dime, ¿qué fuiste entonces?
Un agujero negro por donde se exiliaron mis reproches.
Si no fuiste fuego
dime, ¿qué fuiste entonces?
Un altar para el ego, exiguo pebetero para este amor de humo.
Fuego en que me consumo,
mas no por tus cenizas.
Tus labios sin sonrisas sellados en un pacto no jurado;
un remiendo hilvanado,
una pared de yeso, un lastre, un peso muerto.
Arena sin desierto,
remedo de arcoíris en escala de grises.
Un mar de cicatrices, ola petrificada, quizá un punto y aparte
que me ha enseñado a odiarte.
*
Si no fuiste sueño
dime, ¿qué fuiste entonces?
El desgastado empeño de una tibia esperanza.
Una isla en lontananza, el ruido de un disparo.
Un juguete muy caro,
casi un acto suicida; una gaviota herida, lluvia deshidratada.
Un dar todo por nada,
sombra de madrugada, tablero de ajedrez.
Algo para después, una línea tangente,
un juego de la mente,
un lobo sin manada, un elefante rosa.
Mas sé que para ti
yo no fui cualquier cosa;
que no soy un registro en tu pequeña historia.
Que vivo en la alevosa y retorcida parte
del recuerdo final de tu memoria…