Me enamoro de ti, de tu sonrisa: luna que guía a los perros en la soledad de un camino. Quizá me enamoro más de ti y de lo que te envuelve ante mis ojos, como una aurora extraña que se refleja en los despojos. Cuando miras así, cuando enciendes el fuego en el alma. Asesina de mi descanso, arrepentimiento de unas manos santas.
Gira el mundo al revés si te acercas, y una gota temerosa al fuego tiembla en la boca de un caño. Soplaré en mis manos las heridas, para darle esperanzas a mi incomodo dolor.