Me hago sombra y soy quien oye
aquella voz yo tan solo en esta noche
sin retorno allí al error
y más que obvio es el poso que dejó
al no haber memoria para vuestro desamor
siempre a bordo de lo ambiguo
que en su flor aún añora el sobrio bosque
en que yo anoto lo que falta para el golpe
en mi ilusión de ser quien nombre
ya de nuevo esas cosas que no son
salvo un murmullo entre tanto resplandor
inmerso en códices malparidos en mis hojas
territorio para insomnes sin gran cosa
para alzarse airosos
sobre un mundo que se derrumba
al fin ya todo
No hay reposo en esta fosa:
adoración de la droga
que me aboca al callejón
tras una hermosa muestra de dios,
intenso espacio revolcándome yo solo
en la gloria de esos cofres
que no abro hasta su hora
y desentona entre el óxido
de los días al galope
bajo el látigo del sol.