Alvino Avalos (Pachi)

Taekwondo

En el centro del salón se encuentra firme, de hombros anchos, viste de un desgastado blanco ajustado por un cinturón con inscripciones en coreano.

Lentamente elonga sus músculos; es que sólo siendo flexible los vaivenes de la vida no lograrán  quebrarlo.

Bajo el titileo de una tenue luz incandescente, el silencio se ve interrumpido por el crujido de sus vertebras y el cerrado de sus puños.

 

Como siguiendo el ritmo de una singular melodía interna, comienza a moverse; de a momentos es armónico y elocuente, y en otros muy veloz y potente.

Bloqueos, golpes de puño, patadas y  magníficas combinaciones.

En compañía de su  fiel amiga la soledad, le hace frente al más formidable de sus oponentes.

Éste es de curioso rostro y silueta vidriada, pero que no te engañe su fragilidad aparente; aún, una vez quebrado, las esquirlas podrán golpearlo un millón de veces.

 

Movimientos rectos, circulares, ascendentes, giros y grandiosos saltos por los aires.

Poco a poco, la máscara de hombre violento se desvanece y el humilde artista deja entreverse.

En la galería cuelga una obra de arte que no muchos comprenden, en donde el salón fue el lienzo, y las extremidades del cuerpo, los pinceles…