Bajo el cielo estrellado, en un mar de encanto,
dos lunas brillan, en un celestial manto.
Gemelas en el firmamento, como un espejo dual,
reflejan sus destellos, un espectáculo celestial.
La primera luna, de plata y claridad,
baña la noche de serenidad.
Sus rayos plateados acarician la tierra,
despertando sueños y esperanza sincera.
La segunda luna, de fuego y pasión,
enciende el universo con su resplandor fogoso.
Sus llamas danzan en el cielo nocturno,
desatando emociones, despertando lo más profundo.
Las dos lunas se entrelazan, en un abrazo divino,
sus reflejos se funden, creando un destino.
Una representa la calma, la otra la pasión ardiente,
juntas forman un poema, en el lienzo celeste.
Con su luz dual, iluminan el camino,
guiando los sueños, sanando el desatino.
La luna de plata susurra palabras de paz,
mientras la luna de fuego enciende la audacia voraz.
Sus rostros lunares, en sincronía y armonía,
son dos almas gemelas en la lejana poesía.
Atrapan corazones con su misterio infinito,
despertando anhelos en cada ser bendito.
En la noche estrellada, las lunas se entrelazan,
tejiendo versos cósmicos que el universo abrazan.
Dos esencias, dos luces, en un solo abrazo,
dibujan poesía en el firmamento, paso a paso.
Dobles lunas, un símbolo de dualidad,
un poema perfecto en su realidad.
La calma y la pasión, en un baile celeste,
dos lunas que se aman, sin palabras que se repiten.
Así brillan en el cielo, eternas y serenas,
las lunas gemelas, cautivando a las arenas.
Y en cada corazón, de noche y de día,
dejan un legado, un poema en melodía.
Dobles lunas, en el espacio se despliegan,
como dos almas que se aman y se entregan.
Son la luz que guía, el susurro en la noche,
un poema inmortal, sin palabras que reproche.