Mirando al cielo
en busca de la lluvia
que no se ve.
Y es que hace falta.
Las tierras están secas
y muy sedientas.
Gritan los campos,
se mueren las cosechas,
por la sequía.
Tú esto contemplas
y al verlo te acongojas
e identificas.
El campo pide
el llanto de los cielos
que le hace falta.
En sus entrañas
el fruto y las semillas
precisan agua.
Está sedienta
la tierra y la campiña
de nuestras huertas.
Y las cosechas
se mueren, prematuras,
por el calor.
Miras al cielo
y sientes impotencia
por mil motivos.
Tú también lloras,
sufrido campesino,
sin solución.
Pero tus lágrimas
no sirven a que, el campo,
calme su sed.
Rafael Sánchez Ortega ©
06/06/23