Hugin & Munin

Los inmigrantes

Los miré como todas las personas que pasaban por el Boulevard. Allí estaban acostados en el parque, con muchas maletas y llenos de sueños. No se les notaba , pero llevaban 2 años viajando desde Venezuela, y justo hoy en la tarde, el cielo rompió en llanto y la familia de migrantes recogieron sus cosas y se refugiaron en el quiosco del parque. 

 

Ni el alcalde de la municipalidad que llegaba todos los días a trabajar, ni el sacerdote de la iglesia que llegaba a dar la misa. Nadie metía mano para ayudarles. Pero precisamente, esta familia de valientes me darían la lección de mi vida. Viviendo un poco de la caridad de la gente,yo calculo  con una niña de 13 años, otra niña de 3 años y un niño como de 6 años. El padre y la madre junto a otros  hombres inmigrantes. Allí estaban y lo que su mirada contaba después de 2 años de viajes es indescriptible. ¿Has notado lo que hay en la mirada de un inmigrante?.  Les pregunté sobre como pasaron la selva del Tapón del Darién, pero ellos con una sonrisa me señalaron al cielo y que gracias a Dios pasaron con bien. 

 

Para los migrantes, mientras sus maletas sean más livianas es mejor. Su sueño es llegar a Norteamérica. Aunque todavía se encuentren tan lejos y a miles de kilómetros, sólo esperan la fortuna de la vida. Y en sus palabras y en su mirada, yo notaba la fe. Y estrechar la mano de este padre a cargo de su mujer y sus hijos, me hizo pensar en lo afortunados que son, la fortuna de tener hijos y familia, pues yo no los tengo.

 

Se han desprendido de todo materialismo y el fuego en sus ojos de cumplir su sueño.  Aunque no tienen el desayuno y la cena asegurados, tienen la fe de encontrar en su camino, el destino y el sueño que los alejó de Venezuela. Y un par de lágrimas que rodaron hoy por mi mejilla, no era por lástima a los migrantes, sino que más bien sentí el respeto merecido por tal valentía y me enseñaron a como se lucha por los sueños, entregándose al azar de las circunstancias, creyendo en la gente buena que aparece en su camino,  sin inmutarse  ante lo desconocido. 

Sin duda, al conversar con esta familia de inmigrantes Venezolanos, al estrechar su mano algo cambió en mi percepción de la vida. No solo logran cruzar y derribar fronteras entre países, sino que también derribaron toda percepción de su propia realidad. El camino de 2 años desde Venezuela los hizo fuertes, viviendo el día presente , cruzando los límites de su propia mente y lo que el ser humano primigenio fué , llevando el tesoro más grande consigo:el amor de su familia. 

 

Así es, conocer hoy a esta familia de inmigrantes cambió algo en mi...