Este poema es el último
de los muchos que te escribo
y tal vez sea el primero
de los que quedan
por escribirte.
Aún en el momento
en que surcaste mi vida,
te anclaste en el alma
y vinieron a mí
buenos vientos,
mil tempestades.
Aún en el momento
en que tu cara quise ver
yo te amaba sin saberlo.
supuse que en mis vidas pasadas,
si las tuve,
fuiste camino de cielo
hacia el infierno
o quizás sea que no recuerde,
atravesé el hades
por llegar a ti y,
vine a morir con una sonrisa
tatuada en mis labios.
Ahora que lo pienso,
este amor nace
como flor sin semilla;
crece y se expande
más no alcanza a morir;
eres tú quien lo asesina.
No obstante el delirio
de la oscuridad,
renace el amor
tan o más fuerte que antes,
renace el amor inmortal.
Quizá este poema sea
la última expresión de mis amores
que ya por ti han muerto en el pasado,
o tal vez sea el primero
de este amor a ti
que renace en el presente.