Lourdes Aguilar

EXALTACIÓN

Por el día glorioso de tu llegada

Alabo a la providencia tal regalo

Yo que siempre fui apóstata y cobarde

Y en mi vagar apático ensucié mis plumas

Sucias y hediondas cual carroñera ave

Mordaz e indiferente al dolor ajeno

Renegando de mi condición y allegados

bien pronto me hice pendenciero

siempre abusivo, mordaz e insatisfecho

Hasta lo más alto debió llegar la queja

Y su misericordia se reveló en tu persona

En esa mañana de cacofonías infernales

Acudiste a tu noble labor imponiendo calma

Se clavaron en ti tantos azarosos ojos

Pero ante los tuyos serenos se aplacaron

¿Qué me viste emperatriz del alba

En esas calles hostiles, feroz y huraño?

Para que con tu dulce mirar me purificaras

por tu angelical figura y tu gentil semblante

Supe que el cielo existe de tan solo verte

Y por ser digno de recibir en mi atribulada frente

La caricia redentora de tus castas manos

Y en mis oídos hastiados del permanente agravio

escuchar de tu cadenciosa voz recitar un salmo

temiendo al tocarte cual visión te desvanecieras

no más susurré un “te ayudo” que salió del alma

para no ir más a la deriva con mi encono

para no guardar más el solitario llanto

renuncié a mi irracional revancha

contra la retorcida vida que yo mismo

con enfermizo ahínco había escogido

Para llegar contigo a sutiles sitios

Lejos de éste lacrimoso valle

Ante una cruz exorcicé demonios

Y desde entonces arranqué cizaña

Sembrando en derredor tan solo nardos

Ansiando algún día contigo tocar el cielo

Libre de lastre que acumulé insensato