Pronto tendré arrugas
y me darán miedo mis ojos sin ayudas...
sin destellos de tus caricias.
Engañaré a las horas con zapatos viejos
y acamparé con ellos
en los recuerdos de mi antaño.
Visitaré mis poemas
y leeré sus comentarios,
y veré ...
que sigues allí, estando en ellos.
Entonces,
como una canción sin voz
recordaré tu apodo,
tu nombre.
Y te amaré callado,
sin remedio al son de tu silencio,
abocado a un sentimiento
que no miente.