Muévete mientras tengas fortaleza,
el tiempo no se reserva su paso,
y, con la hermosura del ocaso,
te revelará su naturaleza.
Hoy convives con la alegre tristeza
del penetrante saber, y fracaso,
que arruina y activa el transvaso,
para el nacimiento de tu proeza.
¿Quién te mira con ojos sinceros,
si solo los locos ven tu ambición
mientras forjas los próximos luceros?
¡Ay tiempo!… Matas a mi corazón
más que las saetas de los arqueros,
aunque sabes marcar mi dirección.
Cora