Un verso que ha nacido con el alma del río
baja por la montaña con frío de la cumbre.
Un verso en tu boca lleno de incertidumbre
se detiene a temblar de soledad y frío.
Un verso en el bolsillo que lleva el desvarío
con su enchastre de tinta dudas y pesadumbre.
El café y su silencio, deseos y la herrumbre.
Un verso en ese charco que mancha con lo umbrío.
Siempre recojo versos propiedad de la calle.
En la fronda hacia casa, rendidos a mis pies
para darles asilo, huérfanos sin arnés.
Un verso en tus pestañas puede abrir el detalle
o cerrarme el jardín y, sus flores escritas.
Yo recojo los versos. El azar pauta citas.
©JLGalarza
Poema selecto
de Jorge Luis Borges
Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.
Sentir que la vigilia es otro sueño
que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne es esa muerte
de cada noche, que se llama sueño.
Ver en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor y un símbolo,
ver en la muerte el sueño, en el ocaso
un triste oro, tal es la poesía
que es inmortal y pobre. La poesía
vuelve como la aurora y el ocaso.
A veces en las tardes una cara
nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara.
Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
lloró de amor al divisar su Ítaca
verde y humilde. El arte es esa Ítaca
de verde eternidad, no de prodigios.
También es como el río interminable
que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
y es otro, como el río interminable.