Efímero, fue el momento pleno,
cuando apenas roce tu mirada,
en tus ojos dulces, serenos,
y tu voz; parecía callada.
Mas fué el éxtasis más hermoso,
que mis manos habían sentido,
cuál si fuese un regalo costoso,
que jamás hubiese merecido.
Fue un placer verte cada día,
entre miradas siempre fugaces,
con la sonrisa tuya y mía,
como si nuestro tiempo acabase.
Relámpago fue la primavera,
fugaz fue el rosado del día,
como si el alba nunca volviera,
se quedó mi alma en agonía.
Te fuiste una tarde, Morena,
llevándote mis esperanzas,
de una vaga ilusión serena,
solo quedaron las ansias.