Este silencio que tengo atorado en mi garganta, enreda mis manos, se incrusta en mi alma y pone una cinta de grilletes en la ufana esperanza.
Este silencio que llevo no tiene sus piernas largas, es un leve rumor de bosques y de árboles con máscaras; de árboles que se deshojan y le ponen sombras al alba.
Este silencio deambula en cárceles de porcelana, es trino del mismo jilguero aterido y de alas mansas.
Este silencio que pago, es tambora del soldado, verde pintorreteado y del polizón que no le quedan palabras
- se vende por baratijas-
Los silencios lucen sus faldas más largas.
Este silencio que pasa es el silbido del viento que vende fiestas amargas, no tiene nombres, ni credos, ni religiones o razas.
Este silencio sin calles es mar, el río, la fuente... y hasta la charca del proletario que viste sus lutos sin paga.
Este silencio es la flor
y la luna que le llama;
en nuestra mano temblorosa... pétalos enmudecidos y los soles sin llamas.
Este silencio que porto es doctor y potentado de fórmulas extrañas.
Los alambicados poemas y versos del trovador son las vidas que sangran.
Este silencio que huye no tiene color o banderas, no sabe de fronteras o patrias.
Es la bala genocida del que asesina infame el dolor del corazón y las almas.
¡Este silencio que huye!
¡Este silencio es un paria!
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