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**~Novela Corta - La Vindicta - Parte II Final~**

Cuando el jueves de aquella noche recordó todo fue cuando no hubo tiempo ni capricho ni dolor alguno en poder realizar la vindicta. La vindicta quedó en manos ajenas por el dolor inconsecuente y tan adolorida quedó ésta mujer sin nombre que su deseo en amar fue en nunca volver amar jamás. Cuando en el altercado frío de su vindicta fue como el gran deseo de envenenar hasta a su propia alma buscando un temor o un dolor apaciguado por el temor en ser incierto, pero, quedó sin rumbo fijo y con una forma de odiar extrema a todos los violadores de la zona cerca de ese zaguán oscuro y tenebroso y en una amarga soledad quedó sin dirección fija. Cuando mirando el abrigo de su piel quedó rasgado y roto como su alma y su insistente corazón en poder hacer real la vindicta. Cuando en el tiempo y más en la osadía de creer en el jueves recordando que el destino es fuerte como el rencor y el odio como que en el recelo de la existencia quedó atemorizada de un espanto seguro. Cuando en el altercado frío y tan álgido porvenir ésta mujer sin nombre marcó trayecto y trascendencia fija como poder creer en el desierto frío en dar con una sola verdad fría como gélido era el viento. Si en el ocaso de esa tarde en el jueves decide sentarse recostada del sillón en hacer recordar en su mente a su agresor como un delicado momento cuando creyó en el instinto suave y delicado en saber de su cometido forzando a la triste verdad cuando ocurrió el fatal desenlace de su cruel y violento cuerpo cuando en el instante soltó una carcajada fría y sarcástica desnudando lo que era su fuerza en obtener la vindicta. Ésta mujer sin nombre quedó al acecho devorador de una ausencia clandestina en su pecho maternal cuando no quiso ni quiere a nadie como hombre por el mero hecho de haber sido abusada constantemente después de ésta gran violación. Cuando al acecho de su alma fue como la peor calumnia o mentira que una mujer puede vivir. Si en el imperio de su alma se fortaleció más y más cuando en su mundo sólo le quedó dos salidas: gritar o no gritar. Y decidió en gritar a mayor fuerzas y fortalezas cuando su alma estaba rota de un espanto seguro cuando en su mundo quedó como cenizas heladas de un fuego devorador en que casi culmina su instinto de mujer. Y fue ese jueves en la noche en que recordó la fuerza y la sospecha de creer en el alma ciega de bondad y de penumbras nuevas cuando en su afán de ver el cielo quedó muerta de espanto. Después de veinte años la joven quedó sin fuerzas alguna y sin la paz inigualable de antes cuando en su mundo quedó como el del color negro como el de luto. Y prosiguió ése hombre persiguiendo y atosigando y hostigando a ésta mujer sin nombre, hasta que la paciencia se torne desesperada y ocurra la vindicta y la violaron casi todos los hombres del mundo con un método, en el cual, no se desvanece. Cuando en el instinto suave y delicado de su alma quedó como principio sin un final feliz. Cuando en el altercado frío e indeleble momento se acechó la forma y la dictadura en desafiar ese grito incandescente. Y con el calor y con el frío de envenenar a la vida quedó su alma gritando fuertemente a esa voz o eco en el cielo, o al susurro de esa voz de un muerto que no muere jamás. La vida intransigente de ésta mujer quedó como leyenda o como la misma magia o sortilegio en jeroglíficos por una sola salida de ese mundo tan inmundo. Cuando en la vida y en la pobre alma de ésta mujer fue como el dolor cuando quedó desmayada y sin más vida de la que tenía inconscientemente. Si en el suburbio de su alma y de su corazón lo mató a golpes queriendo acercarse a Dios o al diablo, pero, se acercó a uno de ellos, cuando en el delirio sosegado de la calma y de un instinto suave y delicado cuando en su boca jamás hubo un buen hombre que la amara con amor y con razón de ser dejando la forma de amar en el corazón y dejando estéril a su propio vientre maternal y sin un hijo que la sustente en amor. El dolor y sin la compasión de éste hombre quedó a la deriva marcado una trascendencia autónoma de creer en el alma a raíz, de la razón queriendo con esa voz gritar y desencadenar las amarras de la vida y de las cadenas de la soledad amarga de ésta corta vida y de ésta corta existencia. Cuando en el trance en dormir de ésta mujer se aprovechó más y más, y aún lo sigue haciendo y cometiendo vilmente. Ése día cuando se desmayó quedó sin rumbo total y desencadenando la ira porque cuando despertó con ese hilo de libidinosidad entre sus partes sexuales, y vulva quedó automatizando la espera de esperar por el mismo hilo que dejó ése hombre marcando la vida, la violación y el dolor ajeno en las partes prohibidas para ése hombre. Cuando en el embate de creer en el trance de la verdad barrió como barren las escobas nuevas, dejado inerte al corazón y más a su alma de un desconcierto frívolo y tan frío como la misma manera y forma de atreverse a desafiar la voluntad de una mujer en soledad. Cuando ésta mujer sin nombre, quedó su alma sin luz, ni paz envidiable. Si en su cometido en bruces caídas quedó la mujer sin nombre, cuando en su afán de creer que los hombres sólo eran la fuerza débil cuando su voluntad poseen a una mujer a su fuerza y a su voluntad es cuando más brutos y anormales son. Ésta mujer sin nombre aprendió tres cosas en la vida, que la vida es más que poder vivir con o sin vida, que el amor no es verdadero, y que la esencia y la virtud de una mujer no se le entrega a nadie, porque con infidelidad y maltrato soez te recompensan los hombres. Porque aquel día quedó desmayada y débil por un sueño en la cabeza por tanto laborar en su vida. Y quedó malherida y no quedó sustituida de espantos nocturnos cuando en el trance de la verdad quedó atemorizada y horrorizada por una violación que quedó en la eternidad con ése mismo hombre. Cuando en el alma y esa voz que la persiguen más y más en sombra y a pie, y continúa hablando a ésta mujer sin nombre. Fue un dolor inconsecuente, una dolorida alma y un cuerpo devastado por las violaciones frías de todos los días por éste hombre y que continúa su voz acechando a ésta mujer sin nombre. Y fue ese jueves en la noche que la joven recordó todo, paso a paso y sin poder olvidar el mal suceso de creer en el alma desierta de ésta mujer sin nombre. Cuando en el juego del amor se forzó una entrega pagando con dinero la vida de ésta mujer sin nombre. Y en el juego del amor quedó por siempre en el alma una sola verdad impoluta cuando quedó a la deriva de un mar templado y sosegado como el mar de su propio corazón. Y con un dolor inerte y mal adolorido quedó como un suburbio en el propio corazón queriendo amarrar al alma a su desprecio frío en despreciar a todos los hombres, por el mero hecho, de que uno o todos los hombres le violentó a su cuerpo, le tocó su alma, y más que eso por el error de un hombre pagan todos, como ella dice que… -̈justos por pecadores se llena el infierno de escorias humanas…¨-, y como lo dice la frase es la gran y única verdad y llena de verdades infinitas quedó ésta mujer sin nombre enfrentando con la vindicta después de veinte años de esa violación forzosa cuando se desmayó en el zaguán perdido y doloroso y de amarga soledad. No vio más que el dolor en su alma al despertar de un silencio total a su alrededor cuando por abrir los ojos quedó al pendiente en una sola ventana ése mal hombre junto a su voz en secuela atemorizante hasta que la mujer sin nombre, quedó abatida de dolor vaginal cuando en su afán de deseos inertes y de suave desenlace y ésta mujer abrió el alma llena de luz en oscuridad y caminó afuera del zaguán con dolor penetrante en su cuerpo y con su alma rota y devastada y gritó de dolor y de desesperación y nadie la ayudó sino que se rieron las personas allí halladas por lo que le pasó a la mujer sin nombre. Su insistente corazón siempre recordó lo sucedido y lo más ocurrido, pues, su vida fue y siempre será lo más inesperado para ella y más para ésta mujer sin nombre alguno. La única manera en salir airosa de ese zaguán fue callando su dolor y recordando a su alma rota cuando quedó la mujer sin nombre en solitaria soledad. Y se fue de allí olvidando y recordando la carta que escribió dando de alta a su nombre, a su cuerpo y más que eso a su alma rota por el tiempo, por el deceso de su piel y más de su propio sentido. Cuando se fue de allí sin llorar ni brotar una lágrima de sus ojos, cuando en el afán de su fuerza se lanzó al desconcierto y a escribir su vida, en papel y en tinta indeleble, cuando en su deseo se convirtió en hazañas dadas como el recorrer la vida en poesías gratas de una toda vida vivida. Cuando en el embate de creer en el alma ciega quedó la mujer sin nombre así ciega de amor y llena de odios crecientes de creer en la vindicta eminente después de veinte años en dar lo conmísero de su propia existencia. Y prosiguió su vida a sabiendas que ése hombre la persigue y no lo contempla como hombre alguno, sino que es un psicópata y despiadado y sin horizonte alguno y un vividor. Cuando en el altercado frío y desmoronando la vida se vio intransigente de dichas y de compasiones ingratas de solvencia autónomas de una vida como la de ésta mujer sin nombre. Y ésta mujer sin nombre escribió y escribió su vida en papel y en tinta indeleble deseando barrer el alma en un cielo lleno de infierno descontrolado y sin perdonar el momento quedó la mujer sin nombre. Y como ella dice que… -̈justos por pecadores se llena el infierno de escorias humanas…¨-, cuando en el afán de caer rendida ante la venganza se vio mortífera de un espanto, pero, tan seguro como el mismo sol sobre la misma piel. Y la mujer sin nombre, se vio como letal y tan inmortal de espantos cuando en el albergue automatizado de un dolor y más en su cuerpo quedó ésta mujer sin nombre. Y fue solamente ese jueves en aquella noche cuando en el cuerpo y en la piel y más en su propia mente recordó lo que nunca, una violación extrema a su débil cuerpo y más quedó atrapada en un vil y en un sanguinario vil de un mal suceso. Cuando en el altercado frío de envenenar a su alma con esa cruel vindicta y sin saber quién le propinó a su cuerpo esa terrible violación quedó la mujer sin nombre al acecho y sin saber insospechadamente quién fue el agresor de su cuerpo en ese terrible zaguán cuando apenas se levantó de la cama y caminó unos pasos y se desmayó inconsecuentemente deliberando a la cruel violación perpetrada por éste individuo y mal hombre. Cuando en el intrínseco porvenir en hacer caer en el desconcierto frío se vio como pasaje de ida y sin regresos hacia la nueva existencia de su único proceder con la vindicta automatizada de espantos nocturnos cuando ocurrió el desenfreno frío de creer en el embate de dar una sola sorpresa a su corta vida al igual con su corta existencia en el amor. El amor para ella no era primordial, pero, ¿hubiera cambiado en algo en su vida?, porque si hubiera sido su vientre maternal, ¿hubiera cambiado en algo en su vida?, no se sabe a ciencia cierta, pero, sí, en la estadística de su juventud hacia la nueva existencia que hubiera tomado en vez de esa cruel vindicta. Porque en ese jueves de aquella noche lo recordó todo y para siempre en su cruel pensamiento si cayó en el abismo o en el precipicio más tenebroso de su vida. Cuando en el abismo frío quedó su alma y más su perecer en el desierto más frío de la propia imaginación. Y su mente a 100 IQ´S, delira en el trance de la perfección cuando su afán en decreto por el secreto a grito a voces de su violación quedó maltrecha y desolada y en una amarga soledad. Cuando en el afán de creer en el desierto efímero en su peor pesadilla quedó como el triunfo en su mente y en su frío pensamiento. Cuando en el altercado frío de su condescendencia quedó mal atrayente y peor aún por una vindicta eminente de veinte años después del mal suceso en lo más pernicioso y perezoso de su mala vida sin una vida perfecta como ésta mujer sin nombre lo esperaba. Cuando en su afán en creer en el alma sosegada y de un solo imperio quedó automatizada de un espanto tan seguro como lo inesperado de un cometido frío como el ademán frío entre las manos. Y discontinuamente quedó malhumorada y llena de un espanto inseguro como el ir y venir lejos de la razón total quedó pensando en una sola venganza como algo imposible de realizar, pero, el tiempo y la vida en el acecho le permiten continuar. Cuando en el alma de ésta mujer sin nombre quedó petrificada de un dolor de un mal inconsecuente en derribar lo que acontece como en el alma sosegada de un espanto nocturno, cuando al acecho quedó como la vez aquella en que recordó a su terrible violación dejando caer en el imperio sosegado de espantos, cuando en el alma de ésta mujer quedó como el mismo mal deseo. Cuando en el altercado frío de una desventura y con un infortunio frívolo se vio ésta mujer  en decadencias frías como automatizando la espera inesperada de creer en el altercado frío de un torrente de sinsabores y no fue lo peor, aún, cuando en el instante y en el imperio sosegado de su proceder con la vindicta quedó como una estatua y llena de la sal del mar y quedó atemorizada de un espanto nocturno cuando en el imperio de su instinto fue como el abrir y cerrar los ojos de una mañana cuando se desmayó en el zaguán perdido y oscurecido de un espanto en que casi se pierde de una mañana cuando su mundo le dió vueltas con un sólo desmayo. Cuando en el instante se vio como mortífera de una salud esencial como poder ver en salud su vida y más su estado emocional, en hacer vengar a su cuerpo, a su alma y más que eso a su esencia de mujer y a su virtud e integridad como mujer en soledad. Y quedó por siempre en el albergue de la mañana con su corazón a cuestas de la verdad, cuando en el fracaso de su esencia y más de ese sol con lluvia mojando sus sentidos con agua de mar. Y quedó la mujer sin nombre deseando ver el cielo y por un cometa de luz en el imperio sosegado de espantos nocturnos, cuando en el instante se dio como la vil tormenta en que el cielo no dio abastos para su cruel vindicta, y como ella dice siempre que…  -̈justos por pecadores se llena el infierno de escorias humanas…¨-, cuando en el afán de creer en el alma se vio imperiosa de un espanto nocturno, cuando en su delirio delirante quedó como un mal tiempo sosegado de un mal destino. Y su vindicta se realizó como toda dama de la venganza, en carne viva y en piel cruda. Cuando en su deliro delirante de creer en su alma quedó como toda fuerza en caer en el nefasto tiempo deseando abrir y cerrar los ojos de virtud y de esencia de mujer violada. Cuando el instinto de ésta mujer sin nombre quedó como el mismo tormento de creer en el alma perdida en saber su instinto quedó sin saber quién era su agresor, pero, sólo quedó una voz en el desierto frío, cuando en el altercado se dedicó en ser como la misma fortaleza en sus brazos, pero, en sentido adverso, cuando era su alma la que quedó como símbolo imperioso de un triunfo en una voz en creer en el alma sin destino ni fuerzas clandestinas. Cuando en el combate de ir y venir, se edificó el tormento en dar una sola certeza en la señal del trance imperfecto del tiempo y en el mal desastre en una sola opción mortífera. Cuando en el instinto suave y delicado de su tormentosa vida y de su corta existencia quedó como barrer el suelo con su propio instinto de mujer. Cuando en el perfecto momento de dar un sólo mal deseo se vio frívola como esa noche de ese jueves clandestino y tan frío como el mismo hielo. Cuando en el tiempo y en el recelo de la vida se vio ésta mujer sin nombre intransigente y fría como el mismo imperio dentro del paraíso sosegado de un sólo mal deseo. Y ésta mujer sin nombre se miró fijamente y fríamente a los ojos, y al desconsuelo de un sólo destiempo cuando en el instante se vio frío como la misma nieve fría. Cuando ocurrió el frío desenfreno de caer de ésta mujer sin nombre cuando en la contienda o en la camorra de esa noche se dio el indeleble frío. Cuando en el instante se dedicó a ser como la vida y como el amor sin ser certero cuando en el alma de ésta mujer quedó adherida como piedra o como roca a su propio sosiego y con el latir de su propio corazón fuerte como esa misma roca o piedra. Y quiso ser como la luz, pero, quedó como el mal descendente y con la oscura sensación de quedar sin corazón y sin una buena paz envidiable. Y quedó la mujer sin nombre llevando dentro de su alma sin luz la paz llena de un ruido y de un rencor devastado. Cuando en el afán de ésta mujer sin nombre de deseos se vio fríamente indeleble como la paz envidiable que perdió una vez. Cuando en el imperio sosegado de un sólo imperio en sus ojazos de mujer violada quedó enterrando el frío, el dolor y más que eso la paz envidiable por temor y rencor y un odio nacido en su propio corazón. Si en el desastre de creer en el instinto suave y delicado se vio mortífera y dentro del combate en una sola soledad. Cuando en el desierto frío y de un álgido porvenir se vio fríamente y frívolamente se entristeció como el dolor y como la fe amarga de una sola soledad. Cuando en el amargo frío y de una sola soledad se vio intransigente, e impasible como el deseo frío y como el gélido porvenir en inciertos deseos. Y fueron veinte años de desesperación y de una mala exasperación innecesaria y todo por la culpa de ése hombre, el cual, derramó toda su fuerza como jinete sobre la yegua. Y quedó como el desastre de creer en la libidinosidad de un cuerpo violado como su alma en desastre. Y ésta mujer sin nombre quedó como un instante frío como el delirio frío en su propia piel con carne y hueso. Cuando en el alma de ésta mujer sin nombre fue como el deseo y como la furia destrozada de vaivén y de frío mar desértico. Cuando en el desastre de creer en lo imposible de creer en la insistencia y en el desenlace fatal de la vindicta y como el recelo de la venganza por esa cruel violación dejando un frío porvenir. Si en la insistencia de un sólo mal deseo, quedó como el combate en dar como la salvación extrema de un sólo capricho exótico. Cuando quedó la mujer sin nombre malherida y con su paz en alboroto deseando abrir y cerrar los ojos dentro del combate cuando su vindicta fue y será y tan real como la verdad impoluta. Y la mujer sin nombre fue y siempre será como la viva poesía, pues, su vida y su inexistente corazón se sintió como la libertad sin ser libertad, o como el horro en un frío altercado. Si en el deseo frívolo de su cometido y de su veraniega mala atracción se creó como una mala situación. Y la venganza de ésta mujer sin nombre, quedó por siempre adherida a la fría sensación de creer en el embate en dar una sola señal cuando en el impetuoso momento quedó como desorbitada del mundo, pero, de su mundo y de su vindicta jamás. Y cuando quedó la mujer sin nombre como el deseo y como el juego del amor sin condescendencias innatas y de un origen sin saber del rumbo incierto o de fijo porvenir. Si en el instante se vio ésta mujer sin nombre deleitando la frialdad fría como el acecho dentro del paraíso sosegado. Y como un sabor innato quedó por siempre su esencia de mujer, de su virtud y de su íntegro corazón cuando salió con corajes en la escena devastadora cuando se dijo una vez más que… -̈justos por pecadores se llena el infierno de escorias humanas…¨-, cuando sí, los justos pagan los errores de otros. Y la vindicta quedó malherida, adolorida, y con una fuerza en el mismo corazón, cuando en el trance perfecto quedó en desastre dañino sin ser inocuo. Y sintiendo la manera de dar una fuerza en deterioro frío quizás se entristeció como la rosa en capullo con espinas que deseando herir se hiere con sus espinas. Cuando en el altercado frío de su vindicta se vio fríamente inadecuada e inestable como el mal deseo cuando, al fin y al cabo, su venganza quedó como el gélido hielo o tormento frío como la misma nieve. Si en el desenfreno frío en querer el frío nefasto quedó su sonrisa triste en risa sarcástica cuando quedó ésta mujer sin nombre con la vindicta inerte en su frente. Y ésta mujer sin nombre quedó como para siempre adherida al tormento frío y fue ese jueves de aquella noche que recordó todo, cuando en el destino frío quedó como el mismo y único mal desenlace se vio fríamente indeleble. Cuando ésa mujer sin nombre fue y siempre será como el mismo torrente de sensaciones dadas desde su propio costado. Cuando ésa mujer se dice ella que…  -̈justos por pecadores se llena el infierno de escorias humanas…¨-, y, así fue que ése hombre quedó adherido a su piel, a su cuerpo y más que eso a su alma como voz y como eco en el cielo lleno sin tempestad como en esa mañana que por un desmayo cayó fríamente en los brazos de ése mal hombre, queriendo hacer del amor un dolor y como jinete en la yegua, pero, con su propia voluntad. Y ella se dice una vez más que… -̈justos por pecadores se llena el infierno de escorias humanas…¨-, y, así fue su cielo desde que ése hombre con voz fuerte y poder cuando quedó adherido a ella y por siempre desde que la voz de ése hombre no halla la muerte ni aunque la quiera o desee. Y fue ese jueves en la noche después de veinte años que la mujer sin nombre quiso ser como el cielo o como el suelo, pero, como el destino frío cuando recordó todo, paso a paso, y fuerza con fuerza, fue esa voz que no calma y ella realizó la vindicta más eminente y fugaz. Y ésa mujer sin nombre es la poesía innata y viva y en carne propia de la vida de Zoraya…




FIN                                 

 

Por: Srta. Zoraya M. Rodríguez 

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