El oscuro paraninfo académico,
inusitada cristalera, deja entrever
penetrantes vidrios hexagonales,
a bisel tallados y del tiempo raídos
Árboles que concretan una fachada,
Oh, ¡gran palacio! junto a la plaza,
turistas en solícita bullanga,
góndolas vehiculizadas atestadas
Una espesa nube me sobresalta.
Túnica al viento, blanca, muy larga,
atisbo, y…¡es ella!, a la que siempre
aguardaré con ansiada placidez
Apenas reconozco sus facciones y
me apresuro a salir de mi letargo;
sorbiendo mi última gota de café
ya fría pero llena de sabor y nostalgia
Ya en calle, no aprecio su rastro,
Apresuro el paso entre el motín,
tropiezo con la gente, ¡me miran!,
me conocen, desean preguntar
Lejos, cerca de la escalinata, la silueta
blanca inmaculada, brillante, sensual,
parece estarme esperando; me doy prisa
pero, se oculta, sucumbe y retrocedo
Regreso al jardín, entre rosales; la descubro
ahora entre jazmines, el rostro disperso,
sus ropas entera la cubren, y extiende
su mano señalándome, más ¡se aleja!
Recupero mi consciencia delante, ¡del vitral emplomado!