Cuando navegue sobre la locura del mar
cuando los salvajes vientos acaricien
el olvido en el que habito,
prometo que mi alma a donde no tenga dueño irá.
Aquellas lágrimas que por sacrificio
tocaron el suelo y
cuando el olvido salpique tus recuerdos,
cuando tu voz sea un estruendo,
recordarás que has estado muerto.
Desde el comienzo de la orilla la dulce brisa
que reprende recuerdos
de lo doloroso e improbable que es mi realidad.
Gotas involuntarias que brotan de mi rostro,
aquellas lágrimas tan sinceras que
poseen un control sobre mí,
las cuales rompen el hilo tan frágil
que impide el paso a mi locura.
La longevidad de mi sollozar me arrastra al sótano
de lo mórbido de la locura,
campos llenos de cruces ¡la tierra maldita!
de la soledad es en donde mi cuerpo descansará.
La lluvia llegaba a ser la única
compañía de su triste destino,
del que está condenado mi cuerpo.
Mememento mori, un poema en coautoría con Camila O.G. 15/05/2016