Tú, el vasto océano que me llama,
yo, un río desbordado hacia ti;
impetuoso torrente que se entrega
entre sauces y recodos de pasión.
Cuando la dulzura cálida emana
de tu cuerpo, cual canto rodado,
me desplomo rendido al caer el sol.
Sumergido en tu abrazo infinito,
en tu marea viva me diluyo,
y tus besos salpican mi ser
como gotas de un mar que me transforma.
Sí, soy un río; y ante ti, me hago mar.