Tengo la manía de entrar en un estado de decadencia total, pensamientos que se alejan de lo real inundan mi cabeza y me ahogan. Tengo la motivación entumecida y una sensación de pereza que me abrasa.
Mi sensibilidad está acomplejada, soy un poeta que no siente y siente mucho. Vivo de manera placentera entre redundancias e incoherencias.
Me amo con tanto odio que a veces me cuesta reconocer cuando me amo y cuando me odio. Soy un mosaico de rostros deformados que hacen muecas de amargura y me maldicen.
La vida me escupió al mundo y me dejó a mi suerte la cual me dio la espalda, fui bautizado con desgracias, me tacharon de injusto y me exiliaron por no encajar en su falsedad.
Mi tiempo se quedó perdido en el pasado, no soy de aquí, pertenezco al olvido. Contemplo mi dolor y mi tristeza desde un presente que se me obligó a vivir y me imagino un futuro que es ajeno a mí.
Me apuñalaron en mi ego y quedé mal herido, en mi sangre derramada nadan pedazos de mi ser, me trago mi orgullo y me causa pesadez. Purgo mi conciencia con hipocresía y camino en círculos por un laberinto imaginario del que nunca voy a salir. Soy un perro de dos patas que persigue su cola y nunca la voy a alcanzar, he perdido la cuenta de la veces que estuve rondando el mismo lugar.