Los hijos son como caracoles que lanzamos al mar de la vida. A veces maltrechos por el oleaje suelen ser arrastrados a nuestras orillas. Allí estaremos siempre para recibirlos. (Alejandro Díaz)
Papá cómprame zapatos
no ves que los necesito,
somos caminantes natos
pero es que ya no resisto.
Papa, te repito otra vez
cómprame unos zapatos
que ya me duelen los pies
de tanto caminar descalzo.
No me importa la calidad
cómpralos aunque sean baratos
que ya siento necesidad
de calzarme unos zapatos.
Se bueno, y colabora
hazme por Dios el favor
que andar descalzo a toda hora
me causa mucho dolor.
Ay hijo cuanto yo diera
por complacer tus deseos
yo comprarlos también quisiera
pero me falta el dinero.
Tú sabes que mi sueldo
sólo alcanza para comer
trabajo todo lo que puedo
pero que le vamos a hacer.
El destino es tan ingrato
tú ya sabes lo difícil que es
pues son cincuenta pares de zapatos
los que requieren tus pies.
Así termina la charla
y mi poema también,
de esta experiencia amarga
que tuvieron dos ciempiés.
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